Se acabó la venta monocanal. Tiendas físicas, distribuidores, ecommerce, marketplaces, son solo algunos de los canales online y offline disponibles en la actualidad. No se trata de mundos paralelos, sino que todos resultan necesarios para acercar nuestros productos a nuestro usuario final o comprador de la mejor manera posible. Además, debemos lograr una armoniosa convivencia entre ellos puesto que, en muchos casos, necesitaremos más de uno de ellos.
Si hablamos de establecimientos, diferenciarte de tus competidores mejorando tus habilidades comunicativas y comerciales resulta imprescindible para que tu negocio mantenga su tono y alcance sus objetivos. En este artículo reflexionamos sobre qué puedes hacer para que tus puntos de venta físicos, tus tiendas o restaurantes, mejoren sus resultados.
¿Qué compran tus clientes en realidad?
Cuando un cliente visita nuestro establecimiento nos está regalando su tiempo y su presencia. Tienes que saber que busca algo más que un producto, ya que en realidad podría haberlo comprado por otro medio porque lo tiene a tan sólo un clic en su smartphone.
Cada cliente presencial supone la posibilidad de que le generemos una experiencia vivencial que se grabe en su memoria. No debemos perder esa oportunidad.
Más allá del producto en sí, las tiendas deben estar pensadas para generar momentos sensoriales. Nada más entrar el cliente ha de recibir una serie de impactos visuales, aromáticos y auditivos que hagan que se sienta idealmente acogido, comprendido, aconsejado y, en definitiva, ayudado.
Los canales online puede ser brillantes en cuanto a exposición de producto, facilidad y usabilidad en la compra, pero es en la tienda donde creamos un contexto multisensorial acompañado de profesionales capaces de ofrecer al cliente la vivencia deseada.
Y, ¿cómo generar una experiencia vendedora en una tienda?
Nuestros vendedores deben conocer e integrar muy bien los valores de la marca para poder transmitirlos al cliente en cada palabra, en cada gesto, en cada acto.
Es necesario que el equipo esté formado para poder escuchar de manera activa al cliente, calibrar correctamente gracias a técnicas de programación neurolingüística y guiarle por un recorrido que incluya un inicio, un nudo y un desenlace (venta).
En manos de nuestro personal está provocar una serie de percepciones que hagan que el cliente acuda a la tienda porque sabe que se sentirá bien y que será atendido en un entorno que le ayudará a desconectar de su día a día.
Son tiendas que generan un contexto de belleza y serenidad gracias a un storytelling real y muy bien construido. Además, un interiorismo que muestra una escenografía muy concreta, una música especial y unos aromas únicos consiguen que el cliente sienta que su cuerpo y su ser merecen atención y cuidados.
Dentro, el cliente encuentra verdaderos embajadores de la marca. Profesionales sonrientes, serenos y dispuestos a mimarle al máximo. Ellos le acompañan por el establecimiento escuchándole y mostrándole los productos que le pueden ayudar. Esto es lo que ellos llaman “el viaje alqvímico”. Pero todavía dan un paso más: le ofrecen la posibilidad de vivir un momento que no olvidará. Si visitas una de sus tiendas podrás sentir en tu propio cuerpo diferentes productos para que vivas el estímulo que provoca a través de una metodología propia.
Además, todos los productos Alqvimia van acompañados de acciones que tienen al cliente como protagonista. Ya sea mediante su aplicación por un terapeuta a modo de ritual Spa o bien a través de un taller grupal.
En su conjunto, la vivencia generada en estos puntos de venta va mucho más allá de lo que es la venta sin más. Desde el punto de vista del cliente, el resultado es el vínculo que se establece en su mente entre las sensaciones y la experiencia vivida: “Me gusta entrar ahí porque me despierta emociones que quedan en mi recuerdo.”