El tiempo pasa rápido. Ya ha transcurrido más del 50% del año en curso.
Si confeccionaste tu plan estratégico a finales de 2021, debiste definir cuáles serían tus grandes retos estratégicos para este año y cuál era el plan de acción más recomendable para conseguir que estos retos se hicieran realidad.
Revisa tu plan
Este es un excelente momento para revisarlo. Comprueba a qué distancia estás de los objetivos que propusiste y, si es necesario, realiza ajustes y reformula tus metas.
Lo más importante es que la planificación impulse la acción. Así pues, analiza cómo ha ido tu actividad durante el primer semestre y reflexiona sobre aquellos puntos de tu plan que han dado lugar a acciones que, a su vez, han provocado resultados.
En el caso de que tu plan no haya producido acciones, observa el por qué. A veces, la causa es que el plan nos ha alejado de lo que realmente queremos hacer, de nuestro propósito. En otras ocasiones, podemos ver que el problema es la dimensión de la meta.
Desapégate del resultado
El apego al resultado hace que no disfrutemos del proceso y, justamente, esto es lo más importante. Obviamente, soy una entusiasta defensora de establecer cuál es el resultado esperado. Fijar resultados nos ayuda a definir mejor las acciones a realizar para alcanzarlos y a poder realizar un seguimiento. Sin embargo, no es necesario sentir apego a lo que deseamos obtener. Si lo sentimos, es fácil caer en la frustración cuando el resultado no es exactamente el que esperamos.
Por el contrario, procura centrarte en disfrutar de cada etapa del proceso. En el camino, un paso te lleva a otro, además de que hay un aprendizaje constante, que es lo más importante.
A por el segundo semestre
Aún tienes toda la segunda parte del año para poder llevar a cabo multitud de acciones inspiradas por tu propósito. Revisa, reformula y no olvides seguir a tu norte: tu propósito y tus valores.
Tras revisar lo que ha acontecido en el primer semestre y después de reflexionar sobre la relación entre tu, lo planificado y lo acontecido, lo más recomendable es entrar en el descanso al cuál nos invita el verano.
Decide tu descanso merecido
Decide conscientemente el tipo de descanso que tu cuerpo, tu mente y tu alma necesitan en este momento y dátelo como algo sagrado que mereces y que tu proyecto además, necesita.
Más allá de lo establecido socialmente, quizás necesites tres días en silencio, un poco de soledad, largas caminatas, explorar un lugar desconocido o tirarte en parapente para vivir un momento de máxima adrenalina. Sea como sea, retírate y medita para saber qué es lo que exactamente necesitas y dátelo. Después podrás realizar actividades en familia, pareja, vida social, playa, montaña, chiringuitos y lo que quieras o necesites hacer teniendo en cuenta también a las personas que te importan y que te necesitan.
El hábito hace al monje
El verano es un excelente momento para revisar e incorporar hábitos de vida saludables que nos ayudan a tener más vitalidad y a sentirnos mejor. Te recuerdo algunos básicos necesarios:
- El sueño reparador: ¿Duermes bien durante las horas que tu necesitas? Para algunas personas pueden ser 7 o para otras 8 horas…las que sean, pero nota que realmente descansas y si no es así, trabaja sobre ello porque hay muchas formas de mejorarlo, mi favorita: la práctica del yoga nidra.
- La atención plena: Practica midfulness, yoga o meditación para entrenar tu atención en el momento presente. Aislar tu mente de distracciones te permite ser mucho más efectiva/o, favorece la concentración y te ayuda a descansar.
- Alimentación: Puede ser un buen momento para depurar tu organismo con una dieta que eleve los nutrientes que ingieres y elimine los procesados, siempre bajo supervisión de especialistas.
- Ejercicio: Mueve tu cuerpo como más te guste, experimenta con largas caminatas, correr, bailar, nadar…¡lo que sea! Va a mejorar tu estado de ánimo mientras fortaleces tu cuerpo y ejercitas tus órganos, te vas a sentir muy bien, una vez superados los primeros días